sábado, 7 de julio de 2012

Estos tiempos demandan una confianza especial


Estos tiempos demandan una confianza especial
Por David Wilkerson
17 de diciembre de 2007


Cada cristiano declara que confía en el Señor. Pero en realidad, muchos de los hijos de Dios no están listos para enfrentar la tormenta negra que viene sobre el mundo. A menos que echemos mano de una confianza especial e inquebrantable en nuestro Señor, no estaremos listos para los tiempos duros, ahora o en el futuro.

Cuando toda la furia de la tormenta irrumpa e incertidumbre caiga sobre la humanidad como nube, multitudes de cristianos no podrán soportarla. Abrumados con temor, ellos perderán su canción de victoria. ¿Quiénes son estos creyentes que no estarán preparados para soportar la tormenta? Son aquellos que no han cultivado una vida de oración con el Señor y no están cimentados en su Palabra.

Por años pastores piadosos han urgido a cristianos que aparten un tiempo cada día para encontrarse con Dios en oración. Gracias al Señor muchos han aprendido a derramar su corazón ante Jesús. Y están siendo recompensados con una fe y confianza santa. Ciertamente, su fe crece diariamente por su dependencia en su Palabra.
Veras, la comunión da a luz confianza. Al derramar ante el Señor todas nuestras preocupaciones, nos vamos con su reposo y seguridad: “… ¡esperad en él en todo tiempo! ¡Derramad delante de él vuestro corazón! …” (Salmo 62:8). Según este Salmo, “esperad o confiar” y “derramar” es inseparable. Si hemos de confiar en Dios en todo tiempo, incluyendo los tiempos oscuros, entonces debemos estar derramando nuestro corazón ante el sin cesar.

Mientras los días son más temerosos, se levantara un pueblo de Dios quienes serán cada vez más audaces. Estos son creyentes quienes claman diariamente al nombre del Señor, “Así que podemos decir confiadamente: ‘El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.’” (Heb. 13:6). Revelación de la Palabra de Dios los apoyara en los tiempos más duros.

David aprendió a clamar al Señor en cada crisis de su vida. Vez tras vez, este piadoso hombre corría a su lugar secreto, vaciando todos sus temores ante el Señor: En mi angustia invoqué a Jehová, a mi Dios clamé y escuchó mi voz desde su templo. Me libró…” (2 Sam. 22:7, 18).
Más adelante, cuando la tormenta más grande de la vida de David vino sobre él, él estuvo listo. Ya tenía una canción en su corazón que podía cantar a través de la oscuridad e incertidumbre:
“Jehová es mi roca, mi fortaleza y mi libertador; Mi Dios, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio, mi salvador. De violencia me libraste. Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos.” (2 Sam. 22:2-4).

David vio la tormenta llegar en su propio día. Fue una tormenta de violencia, con inundaciones de hombres impíos, “Me rodearon los lazos del Seól. Tendieron sobre mí lazos de muerte.” (22:6). Sin embargo, ningunas de estas cosas molestaron a David. Su confianza en Dios fue puesta y anclada a causa de comunión diaria con él. Y David deleitaba su alma en la Palabra de Dios.
Igualmente hoy, muchos creyentes se encierran con el Señor, y su creciente intimidad está dando a luz gran confianza. Sin embargo, querido santo, si no estás fielmente en comunión con Dios en oración, te abres a “doble temor” y “doble terror” cuando las cosas se pongan malas.
Estos tiempos llaman por más que una confianza general en Dios: requieren confianza especial para tiempos especiales.

La mayoría de los cristianos tiene una confianza general en el Señor. Todos estamos cimentados sobre algunas pocas promesas que se aplican a todo el cuerpo de Cristo:
•          “No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13:5).
•          “…todas las cosas los ayudan a bien esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos. 8:28).
•          “porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.” (Salmo 84:11).

Estas bien conocidas promesas han dado gran consuelo y bendición al pueblo de Dios por muchos siglos. Pero más allá de estas promesas generales, Dios nos da promesas específicas para tiempos especiales, incluyendo tiempos duros. Y tenemos que conocer y creer en estas promesas cuando entramos audazmente a su trono de gracia.

Los puritanos, quienes fueron poderosamente bendecidos por Dios, dijeron que cada promesa del Señor es un argumento santo. Ellos creyeron que un cristiano no debe ir ante el Señor tan solo con fe general. Cuando Dios nos manda a entrar audazmente ante su trono, para recibir misericordia y gracia en tiempo de necesidad, no podemos tener solo una idea general del porque estamos allí. No podemos solo decir, “Señor, tú conoces mi corazón. Dame lo que tú crees que es justo.”

Quiero señalarte tres tiempos muy específicos cuando confianza especial o particular es necesaria, basado en las promesas especiales de Dios:

1.      Necesitamos confianza especial cuando un acto de obediencia nos lanza a lo desconocido.

Dios demando de Abraham un increíble acto de obediencia: él le pidió que saliera a un futuro desconocido. Abraham fue capaz de tomar este paso con nada más tangible que esta promesa de Dios: “Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.” (Gen. 12:1).
El escritor de Hebreos dice, “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.” (Hebreos. 11:8). El Señor no desplegó ante Abraham un plan detallado y organizado. En vez de eso, el simplemente dijo, “Reúne a tu familia, empaca tus pertenencias, deja a tus parientes, y vete a un lugar del que te voy a decir.”
A los setenta y cinco años, Abraham se le pidió que se lanzara completamente sobre la fidelidad de Dios. No le fue dada ninguna explicación, ninguna descripción, ningún aviso de los posibles peligros involucrados. Y entonces Abraham salió sin saber a dónde. Todo lo que él tenía sobre lo cual descansar fue esta promesa: “Te mostrare y te bendeciré.”
Su esposa, Sara, probablemente no era diferente a cualquier mujer de los días modernos. Ella pudo hacer las preguntas que cualquier esposa haría: “¿Vamos sur o norte? ¿Qué clase de ropa debo empacar? ¿Nos acomodaremos en algún lugar o estaremos siempre mudándonos?” Todo lo que Abraham podía contestar era, “Dios dijo que vayamos, así que nos vamos. Él nos mostrara el próximo paso, tan pronto comencemos a movernos.”
Nosotros pensamos a veces que cuando Dios nos manda a hacer algo y obedecemos, todo va a ir suave. Nosotros pensamos que el estará agradecido por nuestra obediencia así que él nos pondrá en una carretera de cuatro carriles hacia la bendición.
Abraham tenía una promesa de Dios, pero por el camino él tuvo que pasar el desierto del Negev, montañas cubiertas de nieve, otro desierto, y el pueblo guerrero de Canaán. Entonces el termino en medio de la hambruna de Egipto. ¡Me alegro que Dios no le dijo a Abraham acerca del camino que él tendría que tomar!
Este camino en particular no era como ninguno que Abraham había tomado. Sin embargo, a través de todo, él nunca estuvo en peligro. Nadie podía tocarlo. Dios era su escudo y protector todos los días. Y a causa de su fe, Abraham se estaba convirtiendo en un amigo de Dios.
Cuando Dios les pide a sus siervos que den un paso a lo desconocido, no es un evento de una sola vez. Es un caminar que se requiere por toda nuestra vida. Pero nuestra obediencia nos gana una gran recompensa: “Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram, yo soy tu escudo, y tu recompensa será muy grande.” (Gen. 15:1).
Dios está haciendo una gloriosa declaración aquí: Aquellos que le obedecen – quienes dan un paso sin saber lo que le sucederá, y todavía confían ciegamente en su Palabra—nunca estarán fuera de su protección. Él dice, “estaré sobre ellos como un escudo. Y yo seré su recompensa. Me entregare a mí mismo a ellos.”
Un antiguo miembro de nuestra iglesia, una aclamada actriz, Dios le pidió que dejara el escenario completamente, como un acto de obediencia a él. Ella sabía en su corazón que el Señor le estaba diciendo que dejara todo atrás. Así que ella puso a un lado el apremio de mejor actriz y dio un paso a lo desconocido. Ella no tenía trabajo ni garantía de trabajo de ninguna clase; ella salió sin saber a dónde iba.
El mismo día siguiente su agente la llamo para decirle que le ofrecían el papel principal en una película con tres de los más conocidos actores en el negocio. Después que ella colgó, ella dijo, “No, Satanás, yo sé lo que estas tratando de hacer. No cambiare de idea.”
Amados, así es como va a hacer para muchos. Cada vez que das un paso en fiel obediencia, el diablo traerá alguna tentación para llevarte al lado de la desobediencia. ¡La obediencia siempre te va a costar algo!
Esa misma semana, la actriz fue a la corte y gano una gran victoria en una batalla de custodia por su hijo. ¡Su escudo estaba funcionando para ella! Ella había ganado a Cristo, y su recompensa fue el Señor mismo.
Años atrás, Dios llamo a nuestro ministerio a ir a la ciudad de Nueva York y comenzar una iglesia en Times Square. Requería un gran paso de obediencia cuando él nos pidió que dejáramos nuestro ambiente cómodo de Texas y venir a la ciudad. No teníamos congregación, ni edificio y poco dinero. Dios solo dijo, “Ve, y yo estaré contigo. Te bendeciré. Yo seré tu recompensa.
Así que fuimos – y el Señor fue un escudo para nosotros, dándonos a si mismo año tras año. Dos décadas después, tenemos una congregación creciente, madurando y con mentalidad misionera en medio de Times Square que esta como un testimonio a su milagro.
La palabra de Dios abunda con promesas especiales y específicas para aquellos quienes son llamados a dar un paso de obediencia. Aquí solo algunas pocas de esas promesas para llevar contigo al trono de Dios. Puedes arriesgar tu vida por estas:
•          “Ahora, pues, si dais oído a mi voz y guardáis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos,…” (Éxodo 19:5).
•          “… Escuchad mi voz, y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.” (Jeremías 7:23).
También tenemos una promesa acorazada que el Espíritu Santo estará con nosotros a través de todos nuestros pasos de obediencia y tiempos de pruebas: “Nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que lo obedecen.” (Hechos 5:32).
Si Dios te está diciendo que rindas algo, da el paso y hazlo. La Biblia claramente dice que si tú obedeces al Señor, él te dará el Espíritu Santo para que sea tu guía y fortaleza. Él te proveerá con todo lo que necesitas para completar tu acto de obediencia.

2.      Necesitamos una confianza particular y especial, cuando nuestra misma supervivencia es amenazada.

En mi vida, nunca le había hablado a tanta gente temerosa como lo hecho recientemente. América categóricamente tiene miedo: constructores, corredores de bienes raíces, profesionales de Wall Street, detallistas, ejecutivos, abogados, dueños de restaurantes, dueños de pequeños negocios – todos ellos están diciendo lo mismo: “La cosa esta peor que lo que la gente piensa. Y se va a poner peor. Todo se está sacudiendo.”
Casas son re poseídas por los bancos. En la ciudad de Nueva York, familias están mudándose juntas en apartamentos de una sola familia. A través de la nación, mucha gente ha dejado atrás su compromiso hipotecario porque deben más de lo que vale la casa. Algunos despojan todo en la casa, se mudan y no dejan dirección.
A ningunos de nosotros nos gusta escuchar estas clases de reportes deprimentes. Pero los puritanos tenían un dicho: “Nuestros afectos sobornan nuestro discernimiento.” Todos amamos a América y nuestra forma de vida aquí. Pero si no enfrentamos la verdad que los tiempos duros en esta nación están sobre nosotros, nunca tendremos la confianza que vamos a necesitar. Tenemos que ser capaces de discernir los tiempos, para que podamos pedirle a Dios por la confianza especifica necesaria para que nos lleve a través de lo que esta porvenir.

No se equivoque: nada de esto está tomando a Jesús de sorpresa. El vio como todo nos venía encima. Aquel que enumero el cabello de cada persona y contó cada gorrión caído sabía de antemano lo que podíamos enfrentar en estos últimos días. Él sabía dónde cada dólar en el presupuesto federal iría y que nuestros impuestos y viviendas incrementarían. Él sabía acerca de cada paro involuntario de trabajo que enfrentaríamos, todas nuestras facturas, todas nuestras necesidades, hasta el número de hijos que tendríamos. No hay una sola cosa que nuestro bendito Salvador no supo cuando nos dijo en Mateo 6:25-33, “No lo pienses dos veces. Tu Padre celestial sabe acerca de todas tus necesidades personales. El cuidara de ti.”
No importa cuánto ruja la tormenta, nuestro Señor aun estará alimentando las aves del aire, vistiendo los lirios del campo, y supliendo un océano de peces con todas sus necesidades diarias. “… Vuestro Padre celestial las alimenta.” (Mt. 6:26).
Ni una sola de su creación sufrirá sin que nuestro Señor lo sepa. Ahora te pregunto: ¿Qué clase de Padre seria el si el alimentara a los perros y aves y descuidara a sus hijos? ¿Qué clase de Dios enumeraría los cabellos en nuestra cabeza pero no sus monedas? ¡El solo pensarlo es blasfemo! Nuestro Padre alimenta todo el reino animal; y ninguna cantidad de tiempos duros detendrá su provisión: ¿”No valéis vosotros mucho más que ellas? … ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?” (Mt. 6:26, 30).
Yo creo que Dios nos ha provisto con una promesa muy particular para los específicos tiempos duros que se avecinan. Fue dada a Abraham y su simiente como un juramente: “… del juramento que hizo a Abraham, nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor lo serviríamos en santidad y en justicia delante de él todos nuestros días.” (Lucas 1:73-75). Dios ha jurado librarnos de cada enemigo y cosa temerosa, para que podamos servirle todos los días de nuestra vida sin temor.
Amado, el hambre es un enemigo. Desnudez y pobreza son enemigos. Este juramento de Dios debe ser el fundamento de nuestra confianza en cada crisis, calamidad y tiempo de temor. Les urjo a memorizarlo. Permite que sea tu santo argumento junto al trono de gracia.

3.      Necesitamos confianza especial en tiempos de calamidad que viene como resultado de juicio divino.

Cada predicador que ama a este país debe tocar la trompeta y despertar al pueblo que está a su cuidado. Ahora mismo, yo creo que América está bajo un “juicio firmado” de Dios. Juicios firmados llevan una marca especial del Señor, en que el juicio es un espejo del pecado cometido contra él. Estos juicios pueden ser vistos a través de la Biblia:
•          Adoni-bezec fue un rey que corto los pulgares de las manos y los pies de setenta reyes que él había conquistado. Cuando los hijos de Judá capturaron a Adoni-bezec, ellos le cortaron los pulgares de las manos y los pies de él. Este rey dijo: “…Como yo hice, así me ha pagado Dios...” (Jueces 1:7).
•          Jezabel ocasiono la muerte de Naboth, la sangre del cual fue lamida por perros. Otra vez, vemos el juicio firmado de Dios: Jezabel fue lanzada de una ventana y murió, y su cuerpo fue sepultado en las barrigas de los perros.
•          En el Libro de Ester, Aman erigió una horca para el piadoso Mardoqueo, pero el mismo fue ahorcado en ella cuando su complot fue descubierto.
•          El rey Asa, quien encerraba a los profetas de Dios en calabozos por los pies, murió de pies enfermos.
Nosotros llamamos a tales eventos ironía, pero son los juicios firmados por Dios. Abdías 15 lo resume: “Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones. Como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza.”
Ahora mismo, todos los juicios de Dios sobre América son como espejos de sus pecados. Nuestro mayor pecado ha sido un jactado orgullo, una mentalidad “yo puedo”. Hemos estado confiados que nuestra nación podía resolver cualquier problema, ganar cualquier batalla, encontrar una cura para cualquier enfermedad. Fuimos policías del mundo entero, confiados en nuestro poder armado.
Y por un largo periodo, Dios ha estado con nosotros. Tuvimos presidentes y legisladores quienes fueron capaces de vencer los problemas de la nación. Nuestros científicos descubrieron vacunas para todas clases de enfermedades: malaria, difteria, viruela, tuberculosis, sarampión, polio.
Ahora tales curas son pocas y distantes. No hay vacuna a la vista para el SIDA. Y nos estamos ahogando en problemas sociales “sin solución”: la plaga de drogas, la falta de vivienda, caos en las escuelas, crimen desenfrenado, prisiones atestadas, crisis del seguro de salud, el intercambio internacional de esclavos sexuales. No hace muchos años atrás, América fue el acreedor número uno en el mundo. En corto tiempo, nos hemos convertido en la nación número uno en deudas.
Solo nombra el problema, y no podemos solucionarlo. Un Senador pensó en voz alta si hemos llegado a un grado en la historia donde las tres ramas del gobierno federal realmente no funcionan más. Él dice que están en “punto muerto sin responsabilidad.”
Yo amo profundamente a América. Aún sigue siendo el refugio preferido de los refugiados del mundo. Pero el juicio firmado de Dios sobre esta nación una vez ultra-competente es una humillante confusión e impotencia. Por propia admisión, nuestro gobierno no está funcionando. ¿Dónde está nuestro orgullo, nuestra “yo puedo” seguridad? Por años fuimos la cabeza, y ahora somos llamados la cola, como fue profetizado en Deuteronomio 28.

El juicio firmado de Dios más severo sobre América aún está por venir.

¿Qué piensa usted que será este severo juicio? Yo pienso en como América está pisoteando todo lo que es moral, santo, y piadoso. El nombre de Cristo es pisoteado diariamente en teatros y cines, donde lo sagrado es mofado y lo profano es exaltado. Y humildes seguidores de Jesús están bajo intensa persecución y burla.
Dime, ¿Cuál juicio firmado será cortado del mismo pedazo de tela? ¿Qué castigo le queda al crimen?

Esto es lo que yo veo como el juicio firmado de Dios sobre América, la cual por años ha sido el super poder número uno, la nación más poderosa del mundo: “Con mi ira pisoteé a los pueblos, los embriagué con mi furor y derramé en tierra su sangre.” (Isaías 63:6). Dios humillara el poder militar de esta nación, quebrara sus teatros y confundirá nuestras instituciones educativas –echando abajo todas nuestras fuerzas anteriores.
Hoy, treinta millones de bebes han sido asesinados por abortistas. Hay horrible sangre sobre las manos de esta nación. ¿Piensas que Dios va a guiñarle a eso? No, él es un Dios justo, y el hará que América llore a causa de la sangre que ha derramado. ¿Cómo? Ya yo veo asesinos derramando sangre en nuestras calles y en nuestras escuelas.
Nuestra fortaleza está bajando rápido. Nuestro poder económico se ha debilitado, con el Euro, la libra y el yen japonés todos sobrepasando el dólar en poder. Mientras tanto, China y la Unión Europea están creciendo en poder. Yo creo que las naciones europeas –los reinos del avivado Imperio Romano—se levantaran como el poder número uno del mundo, convirtiéndose en la base poderosa del Anticristo.
Dios está exponiendo nuestra desnudez al mundo. Él está haciendo que nuestra apariencia externa haga juego con el estado de nuestra alma, y nuestra bancarrota espiritual está convirtiéndose en desorden financiero. Él está trayendo juicios firmados sobre nosotros tan claros que ninguna otra nación en el mundo puede equivocarse.
Mientras estos juicios toman lugar ante nuestros mismos ojos, nuestra única respuesta es tener a Jesús como nuestro escudo. Debemos correr para encontrarnos con él en la habitación secreta de oración y dejar que nuestras raíces vayan profundas dentro de él. Tenemos que saber que Aquel que ha contado los cabellos de nuestra cabeza nos cuidara en todas las circunstancias.
Les impulso a echar mano de estas promesas especiales, en prontitud para cualquier y todas las calamidades que podamos enfrentar:
•          “Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; es clemente, misericordioso y justo. No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá, hasta que vea en sus enemigos su deseo. “(Salmo 112:4, 7-8).
•          “Él juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con rectitud. Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia. En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, Jehová, no desamparaste a los que te buscaron. “(Salmo 9:8-10).
Finalmente, aquí está su especifico, todopoderoso y santo argumento para el trono de Dios: “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré: que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para buscarlo en su templo. Él me esconderá en su Tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto.” (Salmo 27:3-5).

Por David Wilkerson

No hay comentarios:

Publicar un comentario