martes, 24 de septiembre de 2013

Me he reservado siete mil hombres

“Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal” (Romanos 11:4).
Dios nunca se queda sin testigos. En los días más oscuros, siempre hay una voz que resuena de Su parte de manera clara y entendible. A menudo en las circunstancias más insólitas, hace surgir inesperadamente a alguien que confiese Su Nombre valerosamente.

En los días que precedieron al diluvio la tierra estaba aprisionada por la violencia y la inmoralidad. Pero Noé estaba ahí tomando una actitud valiente a favor del Señor.

A Elías le parecía que todo Israel se había sumido en la idolatría, pero Dios tenía siete mil hombres que no se habían inclinado ante Baal.

En medio de la muerte espiritual y la decadencia moral, Juan Hus, Martín Lutero y Juan Knox entraron a la escena de la historia para defender la causa del Altísimo.

En tiempos más recientes, Dios fue honrado cuando se descubrió el telégrafo. El primer mensaje que se transmitió fue "¡Vean lo que Dios ha hecho!"

Cuando el Apolo 8 volvía a la tierra después del primer vuelo alrededor de la luna en la navidad de 1968, tres astronautas se turnaron leyendo Génesis 1:1-10 y después concluyeron: "Y desde la tripulación del Apolo 8 terminamos con...Dios les bendiga a todos en la buena tierra".

A pesar de las protestas enfurecidas de los incrédulos, el Servicio Postal de los Estados Unidos emitió un sello conmemorando al Apolo 8 con palabras de Génesis 1:1: "En el principio..."

Los billetes de dólares que circulan en los Estados Unidos llevan el lema: "En Dios confiamos".
La abreviación d. C. del calendario nos recuerda que éste es el año de nuestro Señor: "después de Cristo" (después de Su venida).

¿Es una coincidencia que en los cielos estelares figure una virgen, un niño, una serpiente y una cruz, todos ellos participantes importantes en el drama de la redención? ¿Es un mensaje gráfico en las constelaciones?

Aun los ateos algunas veces reconocen al Señor. Un gobernante ateo decía en una conferencia en Australia en 1979: "Dios no nos perdonará si fracasamos".

Hay un cierto imperativo moral en el universo de que nuestro Dios sea públicamente reconocido. Cuando los discípulos alababan al Señor Jesús como el Rey que había venido en el Nombre del Señor, los fariseos exigieron que Cristo los reprendiera. Pero él les dijo: "Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían" (Lucas19:40).


No tenemos por qué temer que el nombre de Dios vaya a dejarse de honrar y celebrar. En el mismo momento en que los hombres lo declaren muerto, levantará a algunos testigos para confundir a Sus enemigos y consolar a Sus amigos.

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