“Me he reservado siete mil
hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal” (Romanos 11:4).
Dios nunca se queda sin testigos.
En los días más oscuros, siempre hay una voz que resuena de Su parte de manera
clara y entendible. A menudo en las circunstancias más insólitas, hace surgir
inesperadamente a alguien que confiese Su Nombre valerosamente.
En los días que precedieron al
diluvio la tierra estaba aprisionada por la violencia y la inmoralidad. Pero
Noé estaba ahí tomando una actitud valiente a favor del Señor.
A Elías le parecía que todo
Israel se había sumido en la idolatría, pero Dios tenía siete mil hombres que
no se habían inclinado ante Baal.
En medio de la muerte espiritual
y la decadencia moral, Juan Hus, Martín Lutero y Juan Knox entraron a la escena
de la historia para defender la causa del Altísimo.
En tiempos más recientes, Dios
fue honrado cuando se descubrió el telégrafo. El primer mensaje que se
transmitió fue "¡Vean lo que Dios ha hecho!"
Cuando el Apolo 8 volvía a la
tierra después del primer vuelo alrededor de la luna en la navidad de 1968,
tres astronautas se turnaron leyendo Génesis 1:1-10 y después concluyeron: "Y
desde la tripulación del Apolo 8 terminamos con...Dios les bendiga a todos en
la buena tierra".
A pesar de las protestas
enfurecidas de los incrédulos, el Servicio Postal de los Estados Unidos emitió
un sello conmemorando al Apolo 8 con palabras de Génesis 1:1: "En el
principio..."
Los billetes de dólares que
circulan en los Estados Unidos llevan el lema: "En Dios confiamos".
La abreviación d. C. del
calendario nos recuerda que éste es el año de nuestro Señor: "después de
Cristo" (después de Su venida).
¿Es una coincidencia que en los
cielos estelares figure una virgen, un niño, una serpiente y una cruz, todos
ellos participantes importantes en el drama de la redención? ¿Es un mensaje
gráfico en las constelaciones?
Aun los ateos algunas veces
reconocen al Señor. Un gobernante ateo decía en una conferencia en Australia en
1979: "Dios no nos perdonará si fracasamos".
Hay un cierto imperativo moral en
el universo de que nuestro Dios sea públicamente reconocido. Cuando los
discípulos alababan al Señor Jesús como el Rey que había venido en el Nombre
del Señor, los fariseos exigieron que Cristo los reprendiera. Pero él les dijo:
"Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían" (Lucas19:40).
No tenemos por qué temer que el
nombre de Dios vaya a dejarse de honrar y celebrar. En el mismo momento en que
los hombres lo declaren muerto, levantará a algunos testigos para confundir a
Sus enemigos y consolar a Sus amigos.
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