Los atributos de Dios
“¿Descubrirás
tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?”
(Job_11:7).
Dios posee también otros atributos que hay que
mencionar, aunque sea con brevedad. La contemplación de estas perfecciones
divinas eleva el alma al cielo, la transporta de lo insignificante a lo
sublime.
Dios es justo, es decir, es recto, imparcial e
íntegro en todos Sus tratos. “Dios justo y Salvador” (Isa_45:21).
Dios es incomprensible (Job_11:7-8), demasiado
grande para que la mente humana lo comprenda. Como decía Stephen Charnock: “Es
visible que Dios es, e invisible lo que es”. Y Richard Baxter comenta: “Puedes
conocer a Dios, pero no comprenderlo”.
Dios es eterno, no tiene principio ni fin
(Sal_90:1-4). La duración de Su vida es la eternidad.
Dios es bueno (Nah_1:7). él es: “bueno... para con
todos, y sus misericordias sobre todas sus obras” (Sal_145:9).
Dios es infinito (1Re_8:27). No tiene límites o
fronteras. “Su grandeza está más allá de cálculo, medida o imaginación humana”.
Dios es auto existente (Exo_3:14). No recibe la
existencia de alguna fuente externa. él es la Fuente de Su propia vida así como
la de toda otra vida.
Dios es autosuficiente, es decir, dentro de la
Trinidad hay todo lo que pudiera “necesitar”.
Dios es trascendente. Está muy por encima del
universo y el tiempo, y separado de toda la creación material.
Por último, examinemos Su presciencia.
Los cristianos están divididos en cuanto a si la
presciencia de Dios determina quién será salvo, o si se trata solamente del
conocimiento previo que él tiene de quién confiará en el Salvador. A juzgar por
Rom_8:29, creo que Dios seleccionó soberanamente a ciertos individuos y decretó
que todos aquellos que de esta manera previó fueran finalmente glorificados.
Así concluimos nuestra reflexión acerca de los
atributos de Dios. Pero éste es un tema que, por otra parte, no tiene fin. Dios
es tan grande, tan majestuoso y asombroso que solamente vemos borrosamente como
a través de un espejo. Ya que Dios es infinito, nuestras mentes finitas nunca
podrán llegar a conocerle plenamente. Por toda la eternidad hablaremos
extensamente de las maravillas de Su persona y no obstante, tendremos que
decir: “Ni aún se nos ha dicho la mitad”.
Devocional MacDonald
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