lunes, 24 de septiembre de 2012

La Mujer que agrada a Dios




La Mujer que agrada a Dios

Por: Fay Smart y Jean Young

Creada con un Propósito  Génesis 1 y 2

En los primeros capítulos de Génesis vemos a un Creador inteligente trabajando de acuerdo a un patrón y a un diseño. “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Todo lo que había hecho funcionaba de acuerdo a su plan y “Dios… reposó” (Génesis 2:2). Había orden, paz y satisfacción cuando cada parte de la creación llevaba a cabo aquello para lo cual había sido creada.
De igual manera, el secreto de una vida feliz es descubrir cuál es el propósito de Dios para nosotras, conocer aquello para lo cual nos capacitó y aceptar con agrado el lugar que nos ha designado de acuerdo a su plan. Si Dios tiene un propósito para todas sus criaturas, entonces tiene un propósito para mí. Mi primera responsabilidad es descubrir ese propósito.

Nuestro primer encuentro con el propósito de Dios para la mujer ocurre en Génesis 1:27, 28: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó: varón y hembra los creó.” Aquí la naturaleza bisexual de la humanidad queda claramente expuesta. Ambos, hombre y mujer, son creados a la imagen de Dios. “Y los bendijo Dios.” La voluntad de Dios para los hombres y las mujeres siempre ha sido el bendecirles. Recordemos eso.
“Y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” El hombre y la mujer ocupan una posición de igualdad delante de Dios. Unidos en vida y trabajo, unidos en naturaleza y señorío, son los representantes de Dios sobre la tierra.

A medida que vamos leyendo el capítulo dos de Génesis y vamos encontrando los detalles de la creación, la mujer aparece con personalidad distinta, diferente a la del hombre. Debemos observar la diferencia en el tiempo, la manera y el propósito de la creación de la mujer.

LA CREACIÓN DE LA MUJER

La Biblia nos dice que Adán fue creado primero. “Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida… Tomó, pues, el SEÑOR Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén para que lo labrara y guardase… Y dijo el SEÑOR Dios: No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:7, 15-18).
Adán, el primer ser humano, estaba solo en medio de la belleza y vida abundante del huerto. Y por primera vez Dios dijo: “No es bueno…” Adán era un ser social, creado para comunión y la necesitaba: pero en toda la creación animal no había una criatura semejante a él, no había nada al  nivel de su humanidad (2:20). Así que Dios dijo: “Haré ayuda idónea para él” (2:18).
Dios hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y tomó de su costado carne y hueso, y de esto Dios formó a la mujer. Ella no fue hecha del polvo, como lo fue el hombre; ella fue hecha del hombre. Era hueso de sus huesos y carne de su carne (2:23). La mujer fue hecha del hombre y para el hombre y le fue presentada como su semejante, su compañera, su complemento.

LA IMPORTANCIA DEL ORDEN DE LA CREACIÓN
¿Es importante el orden de la creación: el hombre primero y después la mujer? El Nuevo Testamento nos dice que sí lo es. Pablo escribió a Timoteo: “No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva” (1 Timoteo 2:12, 13). Abordando el tema del señorío al escribir a los corintios dice: “El varón es la cabeza de la mujer… porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón. Y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (1 Corintios 11:3, 8, 9).
Obviamente, hay una diferencia en la posición del que fue formado primero, quien debe ser la “cabeza”, y la que fue formada posteriormente, quien no debe “ejercer dominio” sobre el primero. Esto no menoscaba el valor o el mérito de la mujer como persona ante los ojos de Dios. En una sociedad de iguales, alguien tiene que ser líder.

EL PROPÓSITO DE LA CREACIÓN DE LA MUJER

Dios expuso con claridad su propósito al crear a la mujer. Sería “ayuda idónea” para el hombre. La palabra “ayuda” no significa inferioridad. Esta palabra aparece veintiún veces en el Antiguo Testamento y se usa dieciséis veces para referirse a alguien superior, con frecuencia a Dios mismo (Génesis 49:25; Éxodo 18:4). La mujer debía compartir la dignidad y la gloria de Adán como soberano sobre la tierra; ella debe ayudar al hombre a cumplir la función que Dios le ha encomendado (Génesis 1:28).
Dios mismo “la trajo al hombre” (Génesis 2:22) y Adán exclamó: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne.” Aquí no se hace mención de la mujer como madre. Ella vale por sí misma como una persona que puede compartir ideas, conversación y la misma existencia de Adán ya que comparte la misma vida y naturaleza. En su sabio diseño Dios creó un varón y una hembra. Él estableció las diferencias entre ellos (Mateo 19:4). Los sexos serían complementarios, no competitivos. Cada uno contribuye algo al otro y es capaz de hacer esto por las características particulares que Dios implantó en cada uno.

Al reconocer la posición de privilegio y honor de la mujer, haremos bien en tener presente el propósito de su creación en relación al hombre. Ella no estaba sola en la tierra, relacionada únicamente con Dios. Adán fue la primera criatura que Dios formó y la mujer fue creada para ser “ayuda” a Adán. Fue formada después de él, formada de él y formada para él. Adán fue quien dio sentido a la vida de ella, no obstante, sin ella él estaba incompleto. Ella es su complemento y es indispensable para que él esté completo.
El orden de la creación del hombre y de la mujer manifiesta el orden de relación y autoridad. El primero debe dirigir y la que fue formada después debe seguir y dar su apoyo. El hombre no fue creado para ser ayudante de la mujer sino que la mujer fue creada para ayudar al hombre. Este es el orden que Dios dispuso.
¿Cómo quiere Dios que ayudes a tu esposo? Piensa cuidadosamente en esto. Dale tu apoyo y comprensión. No le hagas difícil que sea el hombre que Dios quiere que sea. En la iglesia respeta y coopera con los ancianos. Ayúdalos a realizar la obra para la cual Dios los ha llamado.

EL MATRIMONIO

Después de la creación de la mujer y del placer de Adán al recibirla como su compañera, se nos da el ideal de Dios para el matrimonio: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). El matrimonio es la institución más antigua de la humanidad. Fue establecido por Dios mismo para el bienestar de la sociedad. Fíjate que el matrimonio no es una institución cristiana y no es un precepto exclusivo de la iglesia. Más bien se estableció desde el comienzo de la raza humana y tiene por objeto el bienestar de toda la gente sin tomar en consideración las creencias religiosas o la falta de ellas.
En los pasos para el matrimonio que se dan en Génesis 2:24 las palabras “dejará” y “se unirá” destacan el carácter exclusivo y vitalicio que Dios dispuso para esta relación. Al convertirse en “una sola carne” el hombre y la mujer establecen una unidad nueva y permanente en la sociedad; abandonan sus relaciones anteriores para participar en esta nueva relación. El plan de Dios es la monogamia: un hombre unido a una mujer, cada uno complementando al otro en todos los aspectos de la vida, funcionando como una unidad. Esta es una relación exclusiva.
En los Evangelios encontramos que el Señor Jesús reafirmó los principios de Génesis 2:24. Lee Mateo 19:4-6 y Marcos 10:6-9. El concluyó diciendo: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” En otras palabras, Él estaba afirmando que esta relación es para toda la vida. El matrimonio no es una cosa que se toma sin pensarlo para luego echarlo a un lado con indiferencia. Debe ser un compromiso serio, para toda la vida, del esposo hacia la esposa y de la esposa hacia el esposo. De igual modo Pablo confirma la importancia del principio que ha expuesto al citar Génesis 2:24 en Efesios 5:31.
Estas restricciones no son para cortar nuestra libertad ni limitar nuestra felicidad. El Dios que nos hizo conoce mejor que nosotros lo que ha de traer estabilidad a la sociedad y verdadero gozo y bendición a sus criaturas.

PARA REFLEXIONAR

1.    ¿Enseña la Biblia que la mujer es inferior al hombre? ¿Me siento yo inferior? ¿Por qué?

2.    ¿Cómo puedo demostrar que acepto el señorío del hombre?

3.    ¿Es mi matrimonio lo que Dios dispuso que sea el matrimonio? Si no lo es, ¿tienen la culpa de ello mis actitudes? ¿Estoy rehusando el papel de ayuda idónea y queriendo ser el líder?

4.    Enfréntate a tus propios sentimientos: ¿Te irritas por la función que
Dios te asignó como mujer? (Muchas mujeres se irritan por esto).

Pídele a Dios que te dé una actitud correcta de corazón, un espíritu sumiso a Él y el deseo ferviente de que su buen propósito se logre en todos los aspectos de tu vida diaria.

U N   C U R S O   D E   E S T U D I O   D E   E M M A Ú S

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