DEMASIADO PRONTO PARA
DESISTIR
“Pero
nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen
fe para preservación del alma” (Hebreos 10:39).
Cuando mi familia y yo decidimos salir de Cuba
hacia España como misioneros, el presidente de nuestra Organización, el
Reverendo Héctor Hunter Writt, se reunió
con nosotros. Tuvimos una grata charla, donde recibimos consejos necesarios
entremezclados con vivencias extraordinarias.
Entre anécdotas y oraciones trascurrió aquella velada que quedará en mi
memoria por siempre. En la despedida, mientras me estrechaba la mano, me miró a
los ojos y me dijo con la vehemencia de un profeta: “Nunca coseches en lágrimas lo que sembraste en fe”. Agradecí el
último consejo y me lo traje conmigo al campo de servicio.
He tenido que recurrir a estas palabras en muchas
ocasiones, cuando las apreturas propias de los comienzos, las culturas en
contraposición y los desafíos del ministerio han amenazado con sobrepasarme.
Como cualquier otro soldado he tenido mis dudas sobre si podía ganar cierta
batalla y he terminado comprobando que solo persistiendo se puede vencer. El doctor V. Raydmon Edman solía decir: “Es siempre demasiado pronto para
abandonar”. Tenía razón. Solo la audacia humanamente irracional de obedecer
a Dios puede llevarnos a alcanzar los logros que por los que antes hemos
intercedido.
Martín Lutero escribió: “La fe es una confianza
viva y osada en la gracia de Dios”. Si vamos ha realizar algo para Dios es
necesario que esa fe esté elevada como un estandarte, como una insignia que
defina lo que somos y a quién servimos. No una fe en la fe. No la quimérica
idea de que la fe cambiará todo a gusto y capricho del profesante. ¡No! Me
refiero a una fe ambidiestra, que sabe aceptar lo malo y lo bueno con igual
entereza de carácter. Una fe que duerme entre guijarros y acciona valientemente
cuando se le necesita. Una fe en la gracia de Dios, en ese favor divino que nos
otorga todas las cosas “según el puro afecto de Su voluntad” (Efesios 1:5).
Los horizontes de Dios parecen alejarse en la
medida que avanzamos hacia ellos, pero no es así, solo es un espejismo
frecuente que tiene lugar en los desiertos de la vida. No reparemos demasiado
en las arenas movedizas, ni descansemos hasta el infinito en los oasis, sigamos
avanzando con paso seguro. Las trifulcas espirituales serán frecuentes (Efesios
6:12), los enemigos intentarán anularte solapada y astutamente, y la
posibilidad del tropiezo inesperado será un peligro constante. Al fin y al
cabo: “La vida cristiana victoriosa”, escribió Alexander Whyte, “es una serie
de comienzos”.
La agonía de la incertidumbre no puede hacerte su
presa a menos que se lo permitas. No somos los perseguidos, sino los
perseguidores. Debemos cultivar una mentalidad de avanzada. Los cristianos son
como las avalanchas de nieve, una vez que salen nada las puede parar y arrollan
a todo obstáculo que se interponga a su paso. Dígale a una avalancha que se detenga
y verá que no lo hará. Los cristianos no deben prestar oídos a las órdenes que
contravengan las directrices de Dios.
Vamos adelante “aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes
al corazón del mar” (Salmos 46:2).
Claudicar no es una opción, no es un camino
aceptable para los que han puesto su devoción plena en el Señor Jesucristo. No
desestimamos al adversario, ni ignoramos las empinadas colinas, las escarpadas
subidas, o los sinuosos senderos. Somos sabedores de todo ello y aun así seguimos
adelante con la obstinación de un guerrero que no puede volver a su patria sin
luchar hasta la sangre. ¡Ah, la patria!, la morada eternal, allí donde no haber
desistido recibirá remunerado consuelo.
Autor: Osmany Cruz Ferrer
¡Guía mis pensamientos!
“En la
multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma”
Salmos 94:19
Se suele decir que cada casa es un mundo, que cada
familia es un mundo, que cada persona es un mundo, y esto sin dudas es verdad,
pero quisiera agregarle algo mas, ¿nuestros pensamientos, no son un mundo?
¡Cuantas son las cosas que podemos encontrar en el! Preocupaciones, recuerdos,
sueños, ansiedades, y mucho más!
Cada de una de esas cosas son las que de alguna u
otra forma guían nuestra forma de vivir y de sentir, porque como piensas,
sientes y como sientes, vives; no cabe duda que nuestros pensamientos gobiernan
nuestro andar.
Y a esto quiero hacerme referencia hermanos
queridos, ¿que hay dentro de nuestros pensamientos? ¿Que son aquellas cosas que
te aquejan y que no te dejan dormir? ¡Yo tengo tantas! Y hasta a veces llegan a
angustiarme, me llevan a derramar lágrimas y tal vez las personas que me rodean
no logran entender mi situación porque mis pensamientos ya han hecho su nido y
no hay forma de soltarlos.
Y al pensar en esto no dejo de maravillarme en el
poder que tiene nuestra mente cuando le damos lugar y cuando no dejamos que
quien realmente es dueño de nuestro ser domine por completo y las consecuencias
son más tristes aun.
Por esto hermano, hermana quiero regalarte este
pasaje tan hermoso que ha sido mi refugio en estos tiempos tan difíciles, en
donde la mente se convierte nuestro enemigo y en donde todo parece no tener
sentido, quiero regalarte miel del cielo y que así como yo puedas entregarle a
nuestro Padre toda parte de ti, donde no quepa mas, ni sombra de duda, ni de
tristeza ni de preocupación, un pasaje que te hará descansar en sus brazos y
encontraras la paz para poder seguir caminando en este mundo convulsionado.
“EN LA MULTITUD DE MIS PENSAMIENTOS DENTRO
DE MI, TUS CONSOLACIONES ALEGRABANMI ALMA”
SALMOS 94:19
¡Qué hermoso regalo mi Dios! Saber que ante tanta
confusión y desesperación, tú mandas del cielo tu consolación y tomas en tus
manos mis angustias y las desvaneces tomando el control de mi vida, dejándome
llevar por tu voluntad, donde el fin siempre es bueno.
Que este versículo haga en tu vida un nido de
consuelo, entendiendo que solamente él
es nuestro refugio y el Dios de nuestra confianza.
Dios derrame
sobre ti toda su bendición, paz y amor.
Autora: Naty Cardozo
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