sábado, 15 de septiembre de 2012

El amor de muchos se enfriará…


El amor de muchos se enfriará…



 "y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará."  San Mateo. 24:12

Fue dicho una vez por la boca de nuestro Señor Jesucristo, y no como declaración de fe de lo que Él deseara de la humanidad sino como una señal escatológica. Por un lado, en lo secular, la violenta manera de vivir ha llevado a naciones enteras a experimentar de los frutos de un corazón corrupto, además de lo propio del relajo moral, vemos la tendencia de llevar todas las áreas de la sociedad a una era de polución humana casi irreversible.

El amor de muchos se ha estado enfriando, desde el momento mismo en que Jesucristo escoge a su discipulos, un corazón con la actitud errada llevo a uno de ellos al suicidio. Pero el resto escuchó el eco de las palabras de Su Maestro, y aún en medio de la persecución, redimieron  el tiempo, evitando palabras ociosas, y se dedicaron a predicar con una intensidad sobrehumana, incluso a costa de sus propias vidas, que el Amor de Dios puede transformar al mundo.

El amor de muchos se ha ido enfriando a través de las eras, y no ajena la iglesia a esta influencia fue trastocada desde el principio de su fundación por las estratagemas diabólicas del “Acusador de los Hermanos”. Si bien las puertas del infierno jamás prevalecerán contra la iglesia, Jesús mismo estableció la manera de lograr que la estructura de una organización prevaleciera, fuera derribada gratuitamente: “Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma cae” (Lucas 11:17) Y así muchos hemos colaborado alguna vez a que el frío invernal de un corazón amargo penetre en un reino contruido con denominaciones, reglamentos, catecismos y doctrinas.

Porque aborreciendo a los demás logramos hacer la brecha más inmensa para que un pueblo siga siendo asolado por la Ira del más Altísimo que se aplaca con la misma Misericordia para no destruir la tierra por la maldad de la humanidad, sino que en la multitud de pecados la Gracia sobreabunde.

Pedro, el de carácter originalmente irascible, transformado por el amor de Dios, y que ponía en tela de juicio que la salvación también alcanzara a los “no judíos”, le dice a la iglesia que el fin se acerca, mantener la sobriedad y velar en oración, pero por sobre todo que tengamos entre nosotros “ferviente amor”, “porque el amor cubrirá multitud de pecados” (1 Ped. 4:7-8) No dice que los ENCUBRIRÁ, como si pretendiera ese amor cristiano ocultar la corrupción de otros o mantenerlos en la impunidad, sino que será  el amor el capaz de traer el perdón sobre ellos, Dios perdonará los pecados de aquellos que practican el amor fraternal, pues habrán experimentado el verdadero arrepentimiento. ¿Como combatimos el pecado entonces?  ¿Como “defiendes la fe”?

El amor de muchos se ha enfriado, así entonces vemos un reino dividido contra sí mismo, no el reino de Dios, el cual es salvaguardado por el mismo Rey de Reyes, es otro, uno que se hizo entre los hombres, una religión que no perdona a quien transguede sus normas llamando apóstata a todo aquel que se opone a lo que se cree lo “absolutamente correcto”. Cristo es lo único perfecto, y en sí mismo habita en completa armonía la plenitud de Dios, Él no se encuentra dividido, por eso es UN DIOS TRINO, y no en vano su clamor antes de su muerte fue que fueramos UNO, y solo entonces ser un grupo de cristianos unidos en la perfección (Juan 17:22-23).

El amor de muchos se enfrió, y nacieron las denominaciones, aunque todas aducen tener su origen en los apóstoles, nadie recuerda o quiere recordar quien fue su padre o madre, quien fue su hermano o hermana, y entonces las murmuraciones se transformaron en la herramienta para que las rencillas fueran desatadas y la memoria se perdiera, esa que nos recuerda que fuimos fruto de divisiones. El eco de Dios en las palabras de Juan replican cada vez con más fuerza desde esos orígenes: El que dice amar a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien a visto ¿Cómo puede amar a Dios a quién no ha visto? (1 Juan 4:20)

Se enfrió el amor en muchos y logró resucitar al Caín del pasado, y muchos homicidas hay dentro de la misma iglesia (1 Juan 3:15), la historia lo delata y lo señala con letras rojas, hubo una Inquisición en los tiempos medievales, en los tiempos de la Reforma asesinatos y masacres cometidos por los que estaban a favor como en contra. Hoy, el frio de la muerte vuelve a rondar por la tierra, como si quizás el diablo ya hubiese sido suelto, los puentes de unión están siendo cortados, y quienes lo han hecho han sido aquellos que estuvieron con nosotros, pero no eran de los nuestros, pues si así hubiera sido hubieran permanecidos a nuestro lado.  (1 Juan 2:19).

Se que el amor de muchos otros, quizás multitudes como las estrellas del cielo, mantendrán su corazón encendido como el fuego del mismo centro de la tierra, ese mismo fuego que iluminará nuestras sendas para no caer en pozos y abismos. El que dice que está en luz y aborrece a su hermano, todavía está en tinieblas, y entonces como ciego andará a tientas intentando mantenerse de pie o  buscar un lugar seguro donde guarnecerse (1 Juan 2:9- 11) las tinieblas entenebrecen los sentidos, no permiten definir el blanco, confunde a las fieras con  personas y a las personas con fieras, trata al amigo  y enemigo por igual, solo desea salvarse de caer, incluso a costa de atacar a  otros ciegos para no morir en el intento. Si no encuentra un claro donde descansar tarde o temprano esperará que un samaritano lo auxilie.

La luz no solo salvará al mundo de vivir en el más terrible invierno espiritual, también habremos alumbrado al hermano el camino para encontrar el abrazo de sus verdaderos amigos. No hable en perjuicio de un ausente, ame con verdad.

Publicado el 28 noviembre 2008 por Roberto  http://nomurmurar.wordpress.com.

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